jueves, 21 de abril de 2011

¡Oh, no!¡Qué le han hecho a la Copa del Rey!


Mientras estaba viendo el telediario de esta mañana, de entre todo lo que he oído, una noticia ha despertado mi interés: “Al defensa madridista Sergio Ramos se le cae la Copa del Rey del autobús en plena celebración de la victoria”. Al principio me he reído hasta hartarme, al ver las imágenes, el cómo el autobús arrolla durante unos segundos a la copa, los miembros del Samur recogiendo cuidadosamente los trozos esparcidos por el suelo como si se hubiera tratado de una persona, y al imaginarme el estado en el que quedaría el pobre trofeo después del ahora llamado ‘copacidio’. Lo primero que he comentado con la familia ha sido “Supongo que los gastos se los descontarán de su sueldo” a modo de broma, a lo que mi abuela me ha respondido “¡Lo dudo mucho!”. Eso ya... no me ha hecho tanta gracia.

Dejando a un lado el poco aprecio que le pueda tener al Madrid, y en especial al autor de tan espantoso acto como es mutilar a una inocente copa, me sigue pareciendo injusto que no haya penalización por parte de la RFEF o la organización que se tenga que encargar de esas cosas. Si a cualquier persona que tuviera acceso a la copa se le cayera de las manos también y ésta se rompiera, ¿tampoco habría sanción? Yo albergo mis dudas.

Además, creo que con la barbaridad de dinero que cobra Ramos anualmente (hace tres años, casi 2 millones de euros, cifra a la que seguramente se le haya sumado una buena cantidad desde la victoria en el Mundial de Sudáfrica), una sanción de estas características no le supondría grandes problemas económicos.

Mientras tanto, el resto de la población (y eso que yo todavía soy un privilegiado que vive de las rentas) tiene que afrontar los problemas económicos con recortes de plantilla, sueldos aún más bajos, impuestos, impuestos y más impuestos... imaginemos lo que sería de la crisis si se utilizara un solo mes de sueldo de los futbolistas para suavizarla. A mí se me pone la piel de gallina sólo de pensarlo.
Pero como parece que somos todos tontitos, el pato lo pagamos nosotros, las cosas se nos ponen aún más difíciles... y lo que es peor, todos seguimos viendo felices el fútbol y todos les pagamos, en cierto modo, esos sueldazos a los jugadores.