Quedan ya pocos meses para uno de los momentos más decisivos de nuestra vida, y no, no me refiero a cumplir los ansiados 18, sino que a otro hecho bastante más trágico: la elección de nuestro futuro. Acabado el bachillerato llega la hora de decidir qué hacer. ¿Universidad? ¿Un módulo superior? ¿Empezar a trabajar? Todo es bastante difuso, y además la ayuda para orientarnos es prácticamente nula, así que compañeros, estamos apañados.
Desde los dos años hemos recibido una formación académica orientada a la universidad, descartando desde el principio las otras muchas opciones. Aunque ahora son menos, la mayoría de los padres siempre ha visto la universidad como la única alternatiba para lograr el éxito. ¿Quién no ha oído nunca la expresión “siempre te quedará un módulo”? El tono de decepción queda bastante claro. Por lo que tengo entendido, la formación que una persona adquiere en un módulo muchas veces es más eficiente que las innumerables hojas de apuntes que el universitario ha tenido que tomar. A lo que quiero llegar, no estamos lo suficientemente preparados como para tomar esta decisión, y parece ser que nadie se preocupa por cambiarlo.
Es verdad que los centros tienen su departamento de orientación, pero sinceramente no creo que sea de gran ayuda. Explican a la perfección el funcinamiento de la prueba de acceso, las matrículas, las becas pero de las carreras nada de nada, si acaso menciones, cuando realmente eso es lo que nos interesa y preocupa. Además, las pocas sesiones de orientación que recibimos son colectivas y no son más que tiempo perdido. Esta falta de información hace que la gente eliga la carrera por elegir, sin saber realmente qué está escogiendo.
Es bastante curioso el modo en el que nos desorienta cualquier detalle, un año menos de carrera, un amigo conocido que está haciendo la misma, un profesor que según dice aprueba a la mayoría,... cualquier cosa. Mi caso, sin ir más lejos, es un claro ejemplo de lo que decía. Desde hacía bastante tiempo pensaba que tenía claro la carrera universitaria que iba a hacer, pero un día en una exposición de grados y volví a la situación del comienzo. También es bastante gracioso el caso de un primo mío, que eligió la carrera el último día de plazo, y estaba entre cinco distintas.
Así es, formamos parte de este sistema educativo tan atrofiado, que ni siquiera es capaz de guiarnos por nuestra vida. Y como si esto no fuera difícil de llevar, tenemos a nuestro padres, familiares, primos, amigos y profesores para liar más la maraña. ¿Queréis un consejo? Si estáis perdidos no penséis demasiado, elegir la carrera a dedo, os ahorraréis horas y horas de reflexión.