domingo, 20 de marzo de 2011

PIENSA EN VERDE

En las últimas dos décadas el ecologismo ha ido ganando importancia tanto en el discurso político como en el ámbito social. Todo son recipientes de colores, filtros, separaciones, reciclaje de distintos materiales, reutilizaciónes y partes por millón de dióxido de carbono en la atmósfera. Las palabras “cambio climático” aparecen como un conjuro tras cada anomalía temporal y cada salvajada natural; cada tsunami arrollador y cada día soleado en enero.

La misión popular, el ánimo y la intención de la mayoría, parece la de salvar a la “madre tierra”. Una madre brutal, capaz de barrer con un seísmo cualquier país que puebla su fértil piel, capaz de recordarnos que la que manda es ella cada vez que nosotros, sus envalentonados y bravucones hijos, nos ponemos impertinentes.

Y es que a las madres hay que quererlas, por supuesto, y respetarlas, pero para cuidarse se valen por sí mismas. Nosotros, mísera raza “pensante” que se considera a sí misma el centro del Universo, no somos más que unos habitantes en una etapa infinitesimal para nuestra madre, y es muy soberbio creer que nada de lo que hagamos vaya a afectar seriamente a la Tierra. Que vayamos a destruirla, que dejemos una huella indeleble en su memoria, que tengamos esa capacidad de aniquilar o salvar algo tan superior a nosotros.

Porque desde luego, el ecologismo es importante. Ahorrar, reutilizar y reciclar es fundamental. Preocuparse por los índices de los gases de efecto invernadero y del agujero de la capa de ozono, del consumo voraz de los recursos y de las fuentes de agua potable es indispensable.

Pero no nos llamemos a engaño. Este planeta ha sido testigo de etapas de actividad volcánica bestial, de atmósferas de amoniaco y sulfuros, de actividad sísmica inacabable, de razas dominadas y razas dominantes, de lluvias de meteoritos, de nacimientos y funerales de continentes enteros. Y aquí sigue. Dando vueltas y más vueltas inmune a todas las catástrofes.

Así que, amigo ecologista, recicla por ti y por mí. Por tus nietos y por los mios. Recicla por poder seguir respirando y por que tus hijos lo hagan. Ahorra porque la raza humana permanezca una generación más en el trono del reino animal. Reutiliza porque el calentamiento global no nos asfixie. Separa por un mañana sin lluvia ácida que destroza nuestros edificios y contamina nuestra agua. Conciencia para que las radiaciones no nos destrocen el ADN. El ecologismo es egoísmo, así que deja a la Tierra fuera de este juego. Ella sobrevivirá. Y cuando nos hayamos ido, seguirá dando vueltas y más vueltas.