domingo, 20 de marzo de 2011

Héroes del Silencio


Una de las terribles catástrofes que han seguido al fuerte terremoto que sacudió Japón hace poco más de una semana ha sido el posterior maremoto que arrasó buena cantidad de poblaciones a lo largo de toda la costa pacífica del país. Como consecuencia del seísmo (9.0 grados en la escala Richter), un violento mar se levantó hasta 10m, algo para lo que los sistemas de seguridad japoneses no estaban preparados y que, hasta ahora, parece haberse llevado por delante las vidas de unas 15000 personas sólamente en la prefectura de Miyagi... pero puede que lo peor esté aún por llegar, si bien es verdad que el panorama ya no está tan negro como hace unos días.
La central nuclear de Fukushima sufrió el impacto directo del tsunami, quedando cuatro de sus seis reactores dañados y resultando en una fuga radiactiva parcial de las piscinas de combustible usado en el reactor 3. En medio de todo este desastre, un grupo de 50 trabajadores se ha prestado voluntario para las labores de refrigeración y alimentación eléctrica de la central, sabiendo que les espera un futuro incierto. Lo inquietante del asunto es que, después de todo, algunos lo hacen por sentido del deber más que por afán de heroísmo, como por ejemplo un hombre de 59 años, a año y medio de jubilarse. Cuando veo o leo noticias sobre el accidente y pienso en la labor de estas personas, no puedo evitar sentirme orgulloso, pese a no conocer de nada a ninguno de los voluntarios. Visto cómo están las cosas por la calle, es inesperado ver un acto heróico de esas características, qué queréis que os diga.
También me acuerdo, a raíz de esta catástrofe, de todos aquellos que se aventuraron a esa misma muerte segura hace casi 25 años, el 26 de abril de 1986. Quizá éstos no sabian con tanta seguridad los terribles riesgos que conllevaba el estar expuestos de aquella forma tan directa a la radiación, pero desde luego sabían que muchos morirían poco después de retirar tan solo un par de barras de grafito contaminado y confinarlas dentro de lo que anteriormente había sido el núcleo del reactor. Y así, poco a poco, alrededor de 3000 personas contribuyeron a la limpieza parcial de Chernobyl. A día de hoy, la mitad de esos llamados “liquidadores” ha muerto, y casi la totalidad del resto siguen sufriendo los daños irreversibles a causa de la radiación.
Esas personas son las que yo llamo héroes, Héroes del Silencio, inspirado en el grupo de música. Después de todo, sus nombres quizá no aparezcan nunca en letra grande en las portadas de los periódicos. Puede que tengan una muerte mucho más agónica y sufrida que muchos de nosotros, y desde luego las vidas de sus familiares, y sobre todo las de sus futuros hijos e hijas, estarán marcadas de principio a fin.