En estos últimos años los humanos nos hemos convertido en algo ruin, caprichoso y cruel, ya que nos hemos adentrado en el camino del egoísmo y de la avaricia, marginando, si es necesario, todo lo que nos rodea y a quien nos rodea. Se ha convertido en un fenómeno vital el aplastar a todo ser viviente con el fin de lograr un poco de poder, representado como siempre por el sucio dinero. Cada vez nos asombran menos las mezquindades y las atrocidades cometidas por el ser humano ya sea contra otros seres vivos o contra nosotros mismos. A lo largo de esta trayectoria hemos podido percatarnos, aunque no todos han querido, de las monstruosidades que es capaz de cometer el ser humano sin ninguna razón de peso. Digo esto porque todos hemos podido apreciar el feroz y cruel comportamiento adoptado por los hombres en cuanto al trato de los animales se refiere.
En esta sociedad en la que parece que el único objetivo es hacer una fortuna, se encuentran individuos con tanta sangre fría que son capaces de exterminar a millones y millones de seres indefensos.
Para contemplar esta serie de acontecimientos no hace falta ir muy lejos, ya que hoy en día hasta tu vecino podría abandonar a su perro por el mero hecho de quererse ir de vacaciones; ¿cómo podemos ser tan insensibles?. A nadie le gustaría que le hicieran eso.
Por un lado, está el maltrato doméstico que tanto aborrecemos, ese maltrato en el que se abusa de la superioridad del hombre y del dominio que ejerce para someter a los llamados animales de compañía.
Por otro lado, cabe mencionar las despreciables actividades de cacería en las que no se mata para alimentarse sino por diversión o para sintetizar productos de cosmética. Abundan los casos de focas insensiblemente asesinadas solo para conseguir su preciosa piel, o los casos de tiburones cazados con el fin de hacer sopa de aleta, inutilizando toda su demás carne. Si por lo menos fuésemos capaces de no clasificar como inservible el resto del animal… en las corridas de toros también podemos apreciar la crueldad del ser humano. Crían a los toros en dehesas, sin contacto con humanos para que crezcan siendo salvajes, para a continuación torearles haciéndoles sufrir y finalmente matarles. Es una brutalidad.
Ya en la antigüedad arriesgaban la vida al cazar para así poder comer, y aunque seguimos dentro de la cadena alimenticia, ahora no somos merecedores de llevar el nombre de cazadores; el único nombre que reflejaría en su totalidad todas las “cualidades” del hombre seria la palabra ANIMAL, un animal sin sentimientos, sin remordimientos de conciencia, sin corazón.
Los animales no son juguetes que podamos usar a nuestras anchas y cuando nos dan problemas dejarlos en la estacada. Un animal de compañía sea un perro o gato, son una responsabilidad, y debemos ser conscientes de ello. No se puede acoger y luego desprenderse de el a nuestro gusto.
Todo ello nos conduce a reflexionar acerca del futuro del hombre, o ¿es que vamos a seguir así? Sinceramente, espero que con el tiempo, poco a poco pero sin detenimiento, vayamos evolucionando y consigamos así todos esos sentimientos de los que carecemos para lograr de ese modo no hacer tanto daño al resto de seres vivos con los que compartimos el planeta.