Millones de años de evolución que por lo visto poco sirven para la sociedad actual. Un cerebro asombroso, una memoria excepcional y unas capacidades inmejorables que se aplastan como gusanos con las cada vez más evidentes debilidades del ser humano. La envidia, la arrogancia, la crueldad y otros muchos errores en nuestra conducta condicionan nuestro futuro. Aún así, yo me centraré a una esacala inferior en otro hecho mucho más devastador, las etiquetas. Por más que las intento evadir ahí aparecen, una tras otra y en cualquier esquina. No se toman ni días libres (algo impensable en nuestras “perfectas” mentes) ni descansos, están todo el puñetero día al acecho. Y es que no se qué complicado mecanismo nos impulsa a etiquetar absolutamente todo, pero la realidad es esa.
La gente es pija, guay, cani, emo, etc. Y si no entra en ninguna categoría de esas, ya habrá algún listo que se invente otra (no pensemos que las anteriormente mencionadas son palabras de hace la tira). Lo peor de todo es que ya no es un simple fenómeno, es una necesidad. No podemos vivir con elementos que se salgan de las etiquetas, porque parece ser que nuestro cerebro se acojona. En ese aspecto funciona como un ordenador; lástima que en nuestra frente no aparezca la palabra ERROR, sería muy gracioso. Además, no es un hecho que ocurre sólo con la forma de vestir, para nada. Las etiquetas abarcan todo tipo de ámbitos. Uno de los ejemplos más claros podría ser el de las relaciones amorosas. Dos personas sólo, y repito SÓLO pueden mantener este tipo de relaciones: un rollo de una noche, se están conociendo, están a rollos o están saliendo. ¿Qué es lo que ocurre? Que un día llegó un espabilado (que a mala hora apareció) y preguntó a ver dónde entraban las personas que quedaban para alegrarse el día, pero sin ningún compromiso. Pues algún colega suyo debió de ser el que inventó la palabra “follamigos”; sino no lo entiendo. Ahora sí, a ese tío yo le daba un asiento VIP en la RAE, porque una lógica tan aplastante para crear palabras no puede pasar desapercibida.
De todos modos, la gente sigue sin entender muy bien lo que es una etiqueta. Está claro que los humanos necesitamos las categorías, un orden, por decirlo de otro modo. Las distintas especies, los meses y sus días, la lista de la compra, … están, o por lo menos, deberían estar en un orden, sino este planeta sería un caos. Las etiquetas tienen un matiz diferente. Se podrían definir como marcas identificadoras en cuanto a cualquier criterio, bien se la ideología, el sexo o la religión. Por esa razón, creo que deberían desaparecer, ya que fomentan la marginación y la soledad.
Por lo tanto, creo que ya es hora de pasar esta era de las etiquetas tan molestas (sobre todo para los informáticos) y que, al fin y al cabo, condicionan nuestro carácter. Porque no sólo son odiosas, también son contagiosas. Cada vez que sale una burrada de esas de mi boca, me entran ganas de cortarme la lengua y no hablar jamás, no vaya a ser yo uno de esos listillos que crea otra palabra estúpida y sin sentido.