domingo, 20 de febrero de 2011
Educación y egoísmo natural
Soy de los que piensa que el ser humano por naturaleza tiende al egoísmo. Si bien es cierto que no he leído mucha filosofía ni largos estudios que constaten la teoría, estoy seguro de que no soy el primero en llegar a esta conclusión. Algunas veces que salgo a la calle, no puedo evitar ver a algún niño en pleno berrinche pedirle a su madre una bolsa de gominolas, un juguete... lo que sea. Pedir, pedir y pedir de forma compulsiva. Y no es que sea una tendencia que se nos quite fácilmente con el tiempo, eh, pero desde luego una buena educación tiene que ponerlo todo de su parte para que así sea. Y cada vez que pienso en educación, pienso en la cantidad de gentuza que puebla las calles de mi ciudad así como otras muchas en este país. Lo que hay fuera también importa, pero centrémonos en España y el cómo están cambiando las bases de la educación últimamente.
Junto con la implantación de nuevas leyes educativas en los últimos años, se está promoviendo un modelo educativo distinto, contemporáneo, que avanza acorde a las crecientes necesidades del nuevo siglo. Se busca corregir antiguos errores como la visión de la mujer más como una ama de casa que como una persona dotada de las mismas competencias que un hombre. Se busca una mejor inserción social de discapacitados psíquicos y físicos. Se busca una enseñanza más laica, quizás-y esto es ya interpretación personal-, dejando de lado la religión como una disciplina libre y a disposición de quien la busque. Se busca, en general, que el ser humano adquiera una perspectiva distinta con respecto a sí mismo, a los demás, y a su propia función en el mundo y en la sociedad. Con lo bonito que suena todo esto... ¿dónde está el problema?¿por qué, lejos de conseguir trabajadores más cualificados y dispuestos a trabajar en lo que realmente les gusta, estamos siendo testigos de la -cada vez más frecuente- aparición de unos individuos inútiles, negados, incapaces de llevar a cabo una labor productiva para la sociedad y para ellos mismos?
No hablo de gente sin objetivos laborales marcados, que no se me malinterprete, hablo de personas que se dedican íntegramente a vivir del cuento, gastando el dinero de la familia en sus vicios y que encima hacen que las calles de este país resulten un lugar cada vez más peligroso para caminar. Son agresivos, son egoístas, son superficiales y lo peor de todo es que han recibido la misma educación “ideal” que vosotros y yo mismo. Su problema es que carecen de valores. No quiero cometer el error de achacar esta personalidad conflictiva a la “falta de un entorno familiar comprensivo y caluroso” o cosas por el estilo. Más bien pienso que nadie ha tenido la decencia de reprimir ese instinto neandertal a tiempo por confundir contundencia con maltrato. Esto es, que esta nueva visión amilanada de la educación cívica y moral está produciendo estragos, dando como resultado a individuos que no pueden ver más allá de ese instinto malvado, egoísta por naturaleza, y que renuncian a un futuro real para vivir estancados en una fantasía de vicios que, en el momento en el que se parta en mil pedazos, se convertirá en un vacío existencial del que no todos podrán escapar. ¿Qué harán entonces?
La respuesta, sinceramente, la desconozco, pero sé que no puedo culparles directamente a ellos y ellas. Y esque no se debe juzgar al enfermo sino a la enfermedad en sí, y en este caso la enfermedad no es sino una sociedad que, con tanta nueva metodología y tanta diversidad y oportunidades se ha olvidado de enseñarnos realmente por qué formamos parte de ella, para qué, y qué mínimos se nos pueden exigir como personas. Desde luego, ese egoísmo instintivo no es uno de los principios que nos deben guiar por el mundo.