Desde hace ya muchos años, tenemos la costumbre de regalar algo a nuestros familiares más cercanos cada año con la llegada de la navidad, haciendonos pasar por "Olentzero", "Santa Claus" o "Los Reyes Magos". Al mismo tiempo, nosotros mismos recibimos regalos que nos hacen sentir el cariño y afecto de los nuestros. Además, es habitual poner especial atención a los más pequeños de la casa, ya que a estos les hace gran ilusión encontrar varios paquetes envueltos debajo del árbol navideño y soñar con que ha sido el "Olentzero" el que los ha traido por su buen comportamiento durante el año.
A pesar de que a todos nos agrada recibir regalos, ya que nos hace sentir especiales por un día , en mi opinión la cantidad que hoy en día los niños reciben es totalmente desmesurada y excesiva.
Por un lado, criticamos a menudo el grandísimo consumo que hacemos en navidad, comprando toneladas de comida por ejemplo. Pero no solemos poner ningún reparo en lo que nos gastamos en los cientos de regalos para los niños (o para los adultos, en algunos casos). Por tanto, creo que, sobre todo en época de crisis como la que estamos viviendo, deberiamos abrocharnos el cinturon en todos los aspectos y campos. Por otro lado, la invasión de regalos que los niños sufren no les deja valorarlos y disfrutarlos, ya que no saben lo que significa el no tenerlos o, por lo menos, no tener tantísimos. Por último, como se suele decir, la calidad es más importante que la cantidad. Por ello, deberiamos pensar en un regalo que pueda gustar a la vez que enseñar y entretener, en vez de comprar todos los juguetes que se anuncian en televisión por que pensemos que así conseguiremos la felicidad de nuestros hijos.
Resumiendo, veo que los regalos de navidad cada vez son más cuantiosos (sobre todo en el caso de los más jovenes) y creo que esto es perjudicial a causa del gran consumo que provoca, el poco valor que se le da a cada uno de los regalos y la poca calidad de los mismos.