Antes, los periodistas buscaban la noticia, la perseguían. Se efectuaban grandes investigaciones y los resultados eran espléndidos: muchos casos de corrupción salieron a la luz, se desmantelaron sectas y otras instituciones engañosas... Hoy en día, en cambio, la situación es muy distinta. Los periodistas se limitan a informar los sucesos del día a día, y fuera de esa burbuja son como peces fuera del agua, no saben qué hacer. Clara muestra de ello es que en algunos periódicos, la sección de opinión abarca cuatro míseras páginas, mostrando la ineptitud de los periodistas actuales. Si además leemos estos artículos, veremos que ni siquiera tienen un mínimo interés, ya que la mayoría tratan de los mismos temas repetidos durante todo el periódico. Y es que ya difícilmente encontramos profundas reflexiones acerca de temas preocupantes de la vida y la sociedad que influyan en el lector y lo dejen pensativo, eso ya es agua pasada. Lo que ahora se lleva son los “artículos basura”. Simplemente sirven para mantener al lector entretenido un rato, perfectos para la sala de espera del médico, los diez minutillos de vuelta en el metro o incluso para una lectura rápida durante la comida. Hasta ahí la capacidad de nuestro periodismo, ni más, ni menos. Aunque, en realidad, esto no debería sorprender en un país donde los periódicos y revistas deportivas muestran como portada una noticia del corazón (y viceversa) o donde el artículo de opinión más interesante de un periódico cualquiera es la crítica de cine.
Todo ello se debe a dos simples razones: el dinero y el miedo. La mayoría de los medios de comunicación están vinculados a la ideología de algún partido político, y los pocos que sobreviven a esa absorción los maneja el dinero. El dinero pisotea cualquier murmullo que aparece y la primera pisada fuera del sendero marcado se borra inmediatamente. De este modo, consiguen que los pocos que se atreven a cruzar la línea vivan con el miedo en sus cuerpos, haciéndoles sentir verdaderos delincuentes. Mientras tanto el (no) periodismo actual sigue con su única función de entretener a los que dejan zambullir sus mentes en su mundillo.
A pesar de todo esto, los periodistas intrépidos, valientes y prometedores están ahí, no han desaparecido. El problema es encontrar a esos acallados en esta sociedad en la que se da más valor a pillar a un “famosillo” con su nueva amante que a encontrar una verdadera bomba informativa.
BRAN
P.D: Si queréis ver el vídeo de César Vidal pinchar este link